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En la actualidad, la gran mayoría de las personas interesadas en la vida sana y la salud natural han escuchado hablar de los antioxidantes y sus beneficios, y de los carotenoides como un tipo específico de antioxidante.
Ambas, antioxidantes y carotenoides, son palabras de moda, que la publicidad y los medios de comunicación utilizan incluso con exceso, y con clara tendencia mercantilista, centrada en la compra y venta de los mismos, para obtener beneficios económicos.
Esto ha hecho que, por desgracia, a muchos alimentos se les haya atribuido “efectos antioxidantes” cuando, en realidad, este efecto es mucho menor del que nos quieren hacer creer (Ranga, Sarada, Baskaran y Ravishankar, 2009).
Sea como sea, y desde nuestra perspectiva de “entender la naturaleza y copiarla” (tal cual, no de forma artificial) creemos que es necesario que todos nos planteemos cuestiones fundamentales respecto a los antioxidantes atribuidos a casi cualquier producto.
En primer lugar, debemos reflexionar y cuestionarnos acerca de su verdadera capacidad antioxidante.
¿Por qué debemos hacerlo?
Por la sencilla razón de que las actividades diarias (bien sea por las condiciones climáticas y el exceso de sol, bien sea por el estrés diario, o ya sea por el ejercicio físico que realizamos) conllevan ya la aparición de radicales libres y, por tanto, la oxidación celular.
Si consumimos alimentos creyendo que son antioxidantes, y ciertamente no tienen tanto poder como nos han “vendido”, no estaríamos en condiciones de ponerles freno y combatirlos. Incluso si consumimos alimentos que sí poseen antioxidantes en cantidades moderadas, la suma necesaria de los mismos para llegar a contrarrestar los efectos de los dañinos radicales libres sería tan elevada, que nuestra dieta no podría abastecernos de lo que nuestro organismo necesita.
Pero, por el contrario, con alimentos o suplementos ricos en antioxidantes no será necesaria tanta cantidad, y la probabilidad de protegerte del daño que causan los radicales libres será también mayor. Y aquí radica la importancia de cuestionarnos la capacidad antioxidante de lo que consumimos, así como el tipo de antioxidante que estamos consumiendo.
TIPOS DE ANTIOXIDANTES
La principal función de los antioxidantes es la de NEUTRALIZAR y combatir los radicales libres. Dos son los tipos principales que podemos hallar en la naturaleza (Alam, Xu y Wang, (Eds.), 2020; Amos, 2005):
Lo que son solubles en agua (a los que se denomina hidrofílicos)
- Los antioxidantes solubles en agua están presentes en fluidos acuosos, como la sangre y los fluidos intracelulares y extracelulares.
- Reaccionan con los oxidantes en el plasma sanguíneo y en el citosol (que es la porción líquida del citoplasma de la célula).
- Entre los antioxidantes solubles en agua se encuentra la vitamina C, el glutatión y las catequinas.
Los que son solubles en grasas / lípidos (a los que se denomina hidrofóbicos)
- Los antioxidantes solubles en lípidos se encuentran en las membranas celulares y en las lipoproteínas.
- Son los encargados de proteger las membranas celulares de la peroxidación lipídica.
- Las vitaminas E, A y betacaroteno son antioxidantes solubles en lípidos.
El organismo, para luchar contra los molestos radicales libres, precisa de las dos categorías que acabamos de señalar, ya que cada una de ellas capta radicales libres en diferentes tipos de células y tejidos (Gómez, Menéndez, Álvarez y Flores, 2009). Por ello, tomarlos conjuntamente aumenta tanto la eficiencia de los antioxidantes solubles en agua como la de los solubles en lípidos.
Dentro del grupo de los antioxidantes, existe uno superior, que es capaz de ser soluble tanto en agua como en lípidos, que es el pigmento responsable del color rosa de la carne de salmón. En un artículo anterior explicamos cómo los salmones luchaban con una fuerza inusitada para su tamaño gracias a que acumulaba en su organismo este tipo de antioxidante prodigioso, la Astaxantina.
También éste es el pigmento responsable del color rosa de los flamencos (muchos de nosotros desconocíamos que los flamencos recién nacidos son blancos y adquieren con el tiempo su coloración rosada gracias a los alimentos cargados de Astaxantina que consumen). La Astaxantina pertenece a una clase de pigmentos de origen natural llamados carotenoides (Martin, Jager, Ruck y Schimdt, 2009). A pesar de los más de 700 carotenoides existentes, casi todos nosotros hemos oído hablar de un tipo de ellos, el más popular: el beta-caroteno.
¿DE DÓNDE OBTENEMOS LOS CAROTENOIDES?
Una alimentación rica en verduras frescas y ecológicas incluye la ingesta de abundantes carotenoides. Sin embargo, el carotenoide que posee el súper antioxidante del que estamos hablando es muy difícil (y caro) de obtener. De hecho, solo existen dos fuentes conocidas: una micro alga llamada Haemotococcus Pluvialis y los animales que consumen dicha alga, como el salmón y el krill.
Podríamos tomar otros carotenoides, es cierto, pero un poco más adelante explicaremos por qué la Astaxantina supera a cualquier otro (Gómez, Menéndez, Álvarez y Flores, 2009).
Para aprovechar los beneficios de la Astaxantina (no nos cansaremos de repetirlo, el rey de los carotenoides) de la misma manera que lo hace el salmón, necesitaríamos encontrar y consumir el tipo de micro alga que acabamos de nombrar, lo que es muy improbable (Camacho, González y Klotz, 2013).
O bien, sólo quedaría que nos atiborrásemos con cantidades ingentes e imposibles de salmón, que además precisaría ser salvaje o natural (pues los de piscifactoría son alimentados con piensos y pigmento artificial para darle a su piel el color rosado) (Christiansen, Lie y Torrissen, 2005).
Incluso si estamos dispuestos a pagar el alto precio del salmón salvaje, el contenido de mercurio y otros metales pesados del pescado resulta altamente preocupante. Por tanto, existe una solución más sencilla que nos permite gozar de las increíbles propiedades de este antioxidante prodigioso: tomar la Astaxantina en forma de suplemento (Capelli, Bagchi y Cysewski, 2013).
Desde Algamania estamos tan convencidos de sus beneficios, que nosotros mismos estamos consumiendo a diario nuestra dosis de 12 mg. desde que empezamos a investigar sobre ella, hace ya más de 2 años. Podemos dar fe de muchos beneficios en nuestros propios cuerpos, viendo, además, los resultados en nuestros clientes y sus familiares. Para todos los consumidores de nuestra Astaxantina, hay un claro consenso respecto a que ha mejorado mucho la salud general, y que el sistema inmunológico está más fuerte y es más resistente.
En el próximo artículo haremos un análisis comparativo de la Astaxantina respecto a otros carotenoides más populares, con el fin de profundizar cuál de ellos merece más la pena.
¡No te lo pierdas!!!
Referencias
Alam, Md.A., Xu, J.L. y Wang, Z. (Eds.) (2020). Microalgae Biotechnology for Food, Health and High Value Productos. New York, NY: Springer Editions.
Amos, R. (2005). Handboook of Microalga. Culture Biotechnology and applied Phycology. India: Blackwell publishing.
Camacho, K.J., González, G. y Klotz, R. (2013). Producción de Astaxantina en Haematococcus pluvialis bajo diferentes condiciones de estrés. Nova, 11(19), 94-104.
Capelli, B., Bagchi, D. y Cysewski, G.R. (2013). Synthetic Astaxanthin is significantly inferior to algal-based Astaxanthin as an antioxidant and may not be suitable as a human nutraceutical supplement. Nutrafoods, 12(4), 145-152.
Christiansen, R., Lie, O. y Torrissen, O. (2005). Growth and survival of Atlantic salmon, Salmo salar L., fed different dietary levels of astaxanthin. First-feeding fry. Aquaculture Nutrition, 1(1), 189-198.
Gómez, L., Menéndez, J., Álvarez, I. y Flores, I. (2009). Efecto de diferentes protocolos de aplicación de un campo magnético (0.03T) sobre el crecimiento, viabilidad y composición pigmentaria de Haematococcus pluvialis Flotow en suficiencia y ausencia de nitrógeno. Biotecnología Vegetal, 9(2), 105-117.
Martin, H., Jager, C., Ruck, C. y Schimdt, M. (2009). Anti- and Prooxidant Properties of Carotenoids.J. Prakt. Chem., 341(3), 302-308.
Ranga, R., Sarada, A., Baskaran, V. y Ravishankar, G. (2009). Identification of Carotenoids from Green Alga Haematococcus Pluvialis by HPLC and LC – MS (APCI) and Their Antioxidant Properties. Journal Microbiol. Biotechnol., 19(1), 1333-1341.
Magnífico artículo.
No cambio la Astaxantina por nada del mundo.
Saludos afectuosos